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Educación y trabajo

    El vínculo entre el mercado laboral y el sistema educativo es complejo. Existen posturas que encuentran una gran influencia, sea desde la educación hacia el mercado laboral como de éste hacia aquella. También hay posiciones en donde se plantea que entre lo educativo y lo laboral hay escasa relación. 

    Las oportunidades laborales dependen fundamentalmente del grado de profesionalización, pero la experiencia en el trabajo puede generar conocimientos en el sistema educativo.

    En algunos momentos históricos podemos decir que, ante la expansión del mercado de trabajo, los que alcanzan mejores niveles educativos son los que accedían a mayores oportunidades en el ámbito laboral. En la actualidad se da una devaluación de los logros académicos, y esto ocurre debido a la expansión de la educación. Por otro lado, estar bien formado no es garantía de conseguir los mejores empleos.

    Tal es la importancia del trabajo y el sistema educativo que al no estar sintonizados se podría entender la aparición de la generación NI NI, jóvenes entre 18 y 30 años que por diferentes motivos ni estudian, ni trabajan. Estos jóvenes que no forman parte activa de la sociedad contribuyen a problemáticas de desempleo.

    Muchos de ellos visualizan dificultades de inserción laboral, y un sistema educativo obsoleto, que les aburre y que sienten que no los prepara para su desarrollo profesional.

    La preparación de los estudiantes para el trabajo, la ciudadanía y la vida del siglo XXI supone un gran desafío. La globalización, los adelantos tecnológicos, la competencia internacional, los cambios en los mercados, los problemas políticos y económicos así como aquellos relacionados con el medio ambiente nos llevan a tomar conciencia de que los estudiantes deben adquirir nuevas aptitudes y conocimientos para abrirse camino en el siglo XXI y poder insertarse en un mercado laboral cambiante respecto a sus demandas. 

    El aprendizaje del siglo XXI propugna, en esencia, la necesidad de adaptarse para seguir el ritmo de la demanda y las expectativas. 

    En general, se abandona la idea de brindar una educación equitativa y de calidad y se defiende ahora el propósito del aprendizaje a lo largo de la vida, reforzar la formación y aptitudes que se necesitan para la vida y el trabajo, y mejorar el resultado del aprendizaje en todos los escalones de la educación.

    Las motivaciones para transformar el aprendizaje del siglo XXI son varias: las características del nuevo estudiante, la carencia de motivación, el desinterés por el estudio y la elevada tasa de abandono de la escuela y las distintas formas de aprendizaje, sin olvidar la carencia de preparación para la vida y el trabajo, y las nuevas condiciones y necesidades del lugar de trabajo del siglo XXI. 

    Se citan asimismo otras razones: los nuevos elementos del panorama internacional como la diversidad mundial, el cambio climático, la crisis social y económica, y los complejos problemas de orden sociopolítico, demográfico y relacionados con el medio ambiente así como la inserción de la inteligencia artificial. 

    Sin embargo, las personas expertas están de acuerdo en que la educación del siglo XXI debe contribuir a que haya más y mejores sentimientos de humanidad en el mundo actual que se encuentra en plena mutación.

     Cuando pensamos en la preparación de nuestros estudiantes para el siglo XXI sin dudas surge la incorporación de la tecnología como herramienta que tiene y tendrá un protagonismo cada vez mayor en nuestras vidas. Debido a la tecnología muchos puestos de trabajo se están automatizando, y lo que antes hacía una persona o varias hoy lo hace una máquina, por lo que la demanda laboral va a ser diferente, y por lo tanto tenemos que preparar a nuestros estudiantes para que estén preparados para este cambio de escenario y para lograr eso debemos modificar lo que hoy se les enseña a los estudiantes. 

    Los estudios sobre el alumnado universitario ponen de manifiesto que gran parte se vale de Internet para trabajar y estudiar, desea contar con servicios y conexión ininterrumpida y opina que las redes sociales son imprescindibles para la vida. 

    Aunque muchos factores contribuyen a la desafección del estudiantado, se entiende en general que la tasa de abandono de los estudios secundarios refleja que el actual sistema educativo no sirve para vincular el contenido de la enseñanza con el mundo real. Seguimos insistiendo con modelos obsoletos, que no hacen que el estudiante sea protagonista de su aprendizaje sino un depositario de conocimientos que transmite el docente para que el estudiante los retenga de manera memorística. 

    Hoy esto ha cambiado, los estudiantes necesitan ser estimulados, necesitan ser protagonistas de su aprendizaje, el docente necesariamente debe cambiar su metodología de enseñanza (monólogos interminables) por actividades que impliquen en el alumno la investigación, la creatividad, como es por ejemplo el sistema de estudio de casos, etc. Debemos tratar de que nuestros alumnos razonen, internalicen el aprendizaje, den su opinión y de esa manera los estamos preparando para el futuro que se les viene.

    Existe una imperiosa necesidad de mejorar la preparación de los trabajadores poco calificados pues corren más riesgo de quedarse sin trabajo que aquellos que están medianamente y bien preparados.

    Es preciso examinar distintos fenómenos que alteran el mercado de trabajo y que se registran en todos los países, como el bajo crecimiento del empleo y el débil vínculo entre la educación y el trabajo.

    Los medios en general, y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en particular, “constituyen una de las más poderosas palancas que transforman las formas y condiciones del lugar de trabajo, y sirven para determinar las aptitudes que se deben adquirir” 

    Además de cambiar radicalmente lo que debe aprender el alumno del futuro, las tecnologías digitales cambiarán también el modo de aprendizaje 

    Los organizadores de la Semana del Aprendizaje Móvil de la UNESCO de 2014 señalaron que “los dispositivos móviles son imprescindibles para superar la actual brecha digital y poner al alcance de todos una educación equitativa y de calidad” (UIT y UNESCO, 2014, pág. 1)

    Lla escuela perdió el monopolio de la sede del aprendizaje. El lugar de trabajo, el hogar, el medio social y el propio tiempo de desplazamiento constituyen sitios óptimos para el aprendizaje flexible. 

    La nueva generación de medios digitales les brinda a los estudiantes la posibilidad de crear conocimientos propios a través de la información que recoge de internet y las distintas redes sociales, lo cual le permite tener un rol activo en cuanto al aprendizaje. Buscar la información que necesitan, leerla, comprenderla, seleccionarla, todo este proceso que el alumno lleva adelante hace que desarrolle las competencias necesarias para crear un aprendizaje autónomo, independiente y crítico. 

    Frente a este panorama donde la educación no se adapta a la realidad y por lo tanto tampoco prepara adecuadamente a los estudiantes para enfrentarse a un mercado laboral cada vez más exigente y cambiante, cabe plantearse de quien es la responsabilidad si del gobierno, de los padres, de los centros educativos o de las oportunidades que no logran visualizar.

    La relación entre educación y trabajo es por tanto muy importante ya que los estudiantes viven con mucha incertidumbre su inserción laboral, primero porque se encuentran en un mundo sumamente cambiante y en particular se ha modificado la forma de vivir de manera significativa. 

    Es una bisagra, es una nueva era, dado que el aislamiento de gran parte de la población mundial debido a la aparición del Covid 19, configuró las bases para una mayor comunicación a través de la virtualidad.

    Pensándolo a nivel académico, estos cambios aceleraron una transformación que venía retrasada. Y este cambio en lo tecnológico afecta también de manera directa lo laboral, ya que muchas tareas van a automatizarse dando lugar a nuevas necesidades de formación para poder insertarse en un mundo laboral que desconocemos cuál va a ser.

    Por lo tanto, el sistema educativo debe adelantarse para brindarles a los estudiantes saberes que les permita desarrollarse en lo profesional. Debemos adaptar los planes y programas a las nuevas demandas del mercado para de esta manera despertar el interés de los jóvenes en estudiar. Se requieren carreras que los prepare para la vida, pero desde los primeros niveles de formación hasta la universidad y durante el proceso acercarlos al mercado laboral

    En este nuevo contexto, los saberes que alguien debe contar, no sólo se relacionan con los saberes más tradicionales, sino el conocimiento experiencial y emocional en su sentido más integral. Las neurociencias nos dicen que la emoción y la motivación, así como el compromiso con la tarea son factores decisivos para el aprendizaje significativo, así como los estilos de aprendizaje que cada uno tiene.

    En los próximos años la educación se va a ver enfrentada a varias transformaciones, tanto tecnológica, como pedagógica y social. Es clave la articulación entre el aprendizaje formal, no formal e informal, ya que cada persona aprende en diferentes contextos y momentos. Lo que el sistema educativo debe reconocer lo aprendido fuera del aula a través de la acreditación de saberes a los efectos de la continuidad de estudio. De allí que cuando se piensa en un curriculum se debe tener en cuenta el perfil de estudiantes, cómo llevarlo al aprendizaje autónomo con un contacto directo con la realidad a través de los casos y problemas existentes en el contexto donde las personas viven. 

    El aprendizaje llamado “informal” juega un papel esencial en la vida de los estudiantes. Gran parte del conocimiento y capacidades no los obtienen en un aula, de allí que se debe pensar en un concepto de aula abierta fuera de las paredes del centro educativo.

    Las experiencias que nos ofrecen los espacios públicos, las comunidades de interés, el ocio, internet… y las posibilidades casi ilimitadas de comunicación abren un universo de posibilidades educativas que deberían ser reconocidas como tales y consideradas en los diseños curriculares y los programas educativos.

    Tomar en cuenta esta realidad, aprovechar esas experiencias vividas fuera del aula transformándolas en procesos de aprendizaje integrales. Es el enfoque por competencias donde el diseño curricular toma en cuenta ese contexto, hace explícito el conocimiento tácito que se produce en la realidad y construye un camino para la autonomía de los seres humanos.

    En cuanto a la llamada “Formación Profesional Dual” es aquella que se produce en dos contextos, uno el centro educativo y otro el contexto profesional como las empresas, que comparten la responsabilidad por la formación del aprendiz. La teoría es aprendida en la institución, mientras la práctica en el ámbito laboral. Es un modelo innovador que ofrece grandes beneficios a empresas, centros educativos y aprendices. El régimen de alternancia entre el centro y la empresa hace que la formación se adecue a las necesidades de todos los agentes implicados.

    El enfoque por competencias a nivel universitario toma en cuenta el contexto y las condiciones que se aprecian desde un enfoque prospectivo, en escenarios a futuro, ya que cuando se ingresan al sistema formal y se egresa, las modalidades de trabajo van cambiando, como la pérdida de puestos de trabajos por la automatización.

    La dimensión emocional del aprendizaje se refiere a las características y competencias personales que muestran cómo una persona se desenvuelve con los demás y consigo mismo. Es el resultado de una combinación de habilidades sociales, de comunicación, de forma de ser, de acercamiento a los demás, entre otras, que hacen a una persona dada a relacionarse y comunicarse de manera efectiva con otros. Es, por tanto, un componente muy apreciado en la actualidad, pues posibilita el buen funcionamiento de las instituciones y de los equipos de trabajo. “La dimensión emocional es clave en las interacciones personales. La práctica docente se desarrolla en contextos interactivos por lo que las emociones que se transmiten implícitamente tendrán un papel fundamental no sólo en el desarrollo emocional del alumnado sino también en la emocionalidad del propio docente y la eficacia de su labor” 

    Finalmente, las instituciones educativas, en sus distintos niveles necesitan adoptar los nuevos paradigmas de enseñanza y aprendizaje, superando de esta manera al modelo tradicional memorístico centrado en pasar contenidos técnicos, al saber y conocer, para llegar a un modelo de aprendizaje integral formando no solo profesionales, sino personas y ciudadanos activos que alcancen una integración social plena.

    El mundo de hoy requiere de personas adaptables a los cambios, con capacidad de atender de manera creativa los retos de su entorno y ser competente para participar en las redes sociales existentes.

    Por eso cada institución educativa debe crear su propio proyecto educativo, que oriente a la organización y a sus actores en el proceso de transformación de sus modelos curriculares con un enfoque de “aprendizaje a lo largo de la vida”, articulando cada experiencia de aprendizaje formal, no formal e informal, que deberá, reconocer el sistema educativo y la sociedad en general. 

    Se hace camino al andar, no hay recetas, pero día a día se deben gestionar las buenas prácticas docentes y tomar en cuenta las lecciones aprendidas, ese es el verdadero proceso de transformación de la educación uruguaya, desde sus bases.

     El nivel de la supervivencia hoy en día, está directamente asociado a la capacidad que tengamos para adaptarnos a los cambios. Esta necesidad de adaptarse rápidamente impacta con mucha fuerza en las empresas, afectando desde ejecutivos y directivos a colaboradores en general. La forma vertiginosa del ritmo de cambio; un ritmo jamás registrado antes en la historia, impacta en la forma de trabajo, el campo de la información, de las relaciones humanas, de las costumbres y hábitos de consumo en niveles generales, sociales y personales. La adaptación a estos nuevos escenarios ya no es una opción, simplemente si no nos adaptamos no sobrevivimos. 

    En el ámbito del trabajo, no es difícil percibir esta realidad cambiante: se aprecia nítidamente en la llegada de nuevas tecnologías que afectan y se complementan con novedosas maneras de trabajar, implicando nuevas formas de liderar y de motivar. Los cambios en los puestos de trabajo se observan desde las disposiciones del espacio hasta modalidades de cowork que se suman a las nuevas formas de organización.

    Todos estos cambios son posibles de afrontar en un solo camino: la formación continua.

    Albert Einstein dijo: “una vez dejas de aprender, empiezas a morir”. Así, en el hemisferio norte, el concepto de formación continua se conoce como “lifelong learning” (Aprendizaje a lo largo de la vida) y refleja un concepto importante, dado que demuestra una clara toma de conciencia respecto a los procesos de aprendizaje.

    El concepto de aprendizaje a lo largo de la vida implica admitir que los conocimientos que adquirimos en la educación formal, durante los primeros años que nos lleva desde pre escolar a la secundaria y el grado, no son inmutables y mucho menos son suficientes para mantenerse competitivo durante toda la vida laboral. Son necesarios, pero no suficientes.