El liderazgo femenino se define como la participación de las mujeres en diferentes áreas, donde se encuentran en una posición de poder y ejerciendo un papel de tomadoras de decisiones, dirigen grupos de trabajo y tienen la oportunidad de implementar propuestas y estrategias donde permiten demostrar su liderazgo.
El liderazgo femenino implica un enfoque más colaborativo y participativo, un mayor énfasis en la empatía, la comunicación efectiva y la construcción de relaciones sólidas y duraderas. También se caracteriza por una perspectiva más inclusiva y la capacidad de adoptar diversos puntos de vista, fomentando la diversidad y la innovación.
Para impulsar el liderazgo femenino, es necesario un cambio cultural y social que permita el acceso equitativo a oportunidades de liderazgo y el reconocimiento de las habilidades y competencias en las diferentes esferas laborales y sociales.
Asimismo, es importante fomentar la educación y el desarrollo de habilidades y competencias específicas para el liderazgo femenino.
Es necesario que las organizaciones y empresas implementen políticas y prácticas que promuevan la igualdad de género y la participación equitativa de hombres y mujeres en las decisiones y procesos de liderazgo. Esto incluye la implementación de programas de mentoría, la promoción de la diversidad en la contratación y promoción, y la eliminación de barreras y prejuicios que impiden el acceso a posiciones de liderazgo.
El líder de hoy no solo necesita saber comunicar y generar empatía, es más complejo que eso. La sociedad cambió y con ella el rol de liderazgo. No podemos trabajar con personas sin entender que tanto la pandemia, como el ingreso estrepitoso de la inteligencia artificial, generó miedo, incertidumbre, angustia y en general la manera de vincularse. Estamos frente a personas más vulnerables y reactivas que antes, por lo que se hace imprescindible generar vínculos más estrechos con los funcionarios que trabajamos.
Necesitamos líderes capaces de entender, de conectar y de escuchar a las personas que tienen a su cargo, de establecer canales de comunicación claros y honestos entre los miembros del equipo y los líderes de la organización para fomentar un ambiente de confianza. Promover valores de respeto y tolerancia tomando en cuenta la diversidad y las opiniones variadas del equipo. Fomentar la retroalimentación constructiva que permita a los miembros del equipo aprender de sus errores y mejorar su desempeño sin temor a ser juzgados.
Todo esto toma tiempo y esfuerzo, ya que crear un entorno seguro y de confianza en el mundo actual parece difícil, pero si se trabaja se puede lograr.