Uruguay, conocido por su rica biodiversidad y paisajes verdes, enfrenta un desafío creciente: la sequía. Este fenómeno climático ha afectado significativamente al país en los últimos años, causando estragos en el sector agrícola y generando preocupación en relación a la disponibilidad de recursos hídricos. La sequía en Uruguay y el cambio climático están estrechamente relacionados.
Como en muchos otros países, Uruguay ha experimentado, en las últimas décadas, un aumento en la frecuencia e intensidad de los períodos de sequía. Esto se debe principalmente al cambio climático, que está alterando los patrones climáticos y aumentando la variabilidad de las precipitaciones. Dicho fenómeno es causado por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, principalmente debido a la quema de combustibles fósiles y la deforestación, entre otras causas. Estos gases atrapan el calor del Sol y causan un calentamiento generalizado del planeta, lo que a su vez afecta los patrones climáticos.
La sequía es un fenómeno natural, que se caracteriza por la falta de precipitaciones en una determinada región durante un período de tiempo prolongado, pero hoy en día se encuentra acentuado por lo expresado anteriormente. Esto resulta en una escasez de agua, lo cual puede tener un impacto significativo en diferentes ámbitos, tales como la agricultura, el suministro de agua potable, la economía, el ecosistema, el bienestar y la salud humana.
Existen diferentes tipos de sequías, que se clasifican según su duración y gravedad. Por ejemplo, la sequía meteorológica se refiere a la falta de lluvias durante un tiempo prolongado, mientras que la sequía hidrológica se produce cuando la falta de lluvias afecta los niveles de agua en cursos de agua superficiales y subterráneos; en tanto la sequía agrícola se refiere a la falta de agua disponible para el riego de los cultivos, lo que puede llevar a la reducción de la producción y a la pérdida de cultivos.
La sequía puede tener múltiples consecuencias negativas, a nivel global y/o local. En primer lugar, puede afectar la producción agrícola, ya que la falta de agua provocaría la disminución de los rendimientos de los cultivos y la muerte de ganado, lo que a su vez puede generar escasez de alimentos que incidirá en el aumento de los precios de los mismos. Además, dicho fenómeno condiciona la disponibilidad de agua potable, lo que podría originar problemas en el bienestar y la salud de las poblaciones, pues contribuye a diferentes situaciones sanitarias deficitarias que podrían conllevar la propagación de diversas enfermedades. También es constatable que la falta de agua altera y afecta los ecosistemas, causando la muerte de la flora y fauna, así como el agotamiento de los recursos hídricos.
Para hacer frente a la sequía, es importante implementar medidas de mitigación y adaptación. Esto puede incluir la implementación de sistemas de riego eficientes, el uso de cultivos resistentes a la sequía, la gestión sostenible del agua, el desarrollo de infraestructuras para el almacenamiento y distribución de agua y la implementación de políticas de cuidado y conservación del agua.
Por todo lo expuesto, es fundamental implementar estrategias proactivas, en el sentido de concientizar sobre la importancia de la conservación del agua y fomentar prácticas de consumo responsable, con el objetivo de mejorar la gestión del agua como recurso finito e imprescindible para la vida, a nivel global y local, considerando las necesidades de las comunidades locales y los recursos y condiciones ambientales.
A nivel global, la lucha contra la sequía y el cambio climático requiere esfuerzos a toda la humanidad, por ello es preciso fortalecer los sistemas de alerta temprana y la gestión de recursos hídricos para mejorar la resiliencia de las comunidades ante la sequía. Es fundamental reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y tomar todos los recaudos para limitar el calentamiento global.
A modo de cierre, en el nivel local, ante la sequía como fenómeno natural, que puede tener consecuencias graves en diferentes sectores, consideramos prioritario la planificación e implementación de medidas de mitigación, reducción y adaptación ante situaciones emergentes de la propia naturaleza y de un accionar humano sin consideración de los efectos negativos en ella, convoca a generar políticas y estrategias de intervención en forma urgente.
A nivel sectorial, impulsa, a los diferentes actores sociales, instituciones y organizaciones, que participamos en el campo educativo, como es el caso de Eduschool a construir acuerdos para definir e implementar en el marco del paradigma de la educación humana integral para un desarrollo sustentable y sostenible, espacios interdisciplinares, interinstitucionales e intersectoriales, que promuevan la Educación Ambiental, en el sentido de generar conciencia ciudadana, con perspectiva de derechos, de responsabilidad, de inclusión, hacia la meta de preservar, cuidar y mejorar, el entorno para alcanzar una vida saludable, gratificante, diversa, en sociedades plurales y democráticas.