Llevo años estudiando el liderazgo y he llegado a una conclusión fundamental: la coherencia entre las palabras y las acciones de un líder, son el pilar que une a los equipos y los impulsa hacia el éxito.
A menudo, nos encontramos con equipos desmotivados, con falta de compromiso y con una productividad estancada. Y la primera reacción, suele ser buscar culpables entre los miembros del equipo. Sin embargo, en mi experiencia, muchas veces la raíz del problema, se encuentra en un nivel superior, en la incoherencia de los mensajes que transmiten los ejecutivos.
Cuando un líder predica la importancia del trabajo en equipo, pero luego toma decisiones unilaterales, se genera una disonancia que va en contra de la confianza y el compromiso. Si se exige puntualidad, pero el propio líder llega tarde a las reuniones, el mensaje se diluye en la hipocresía. Y si se habla de innovación, pero se castiga la iniciativa y se premia la obediencia ciega, la creatividad se asfixia.
La incoherencia genera confusión, desconfianza y desilusión. Los equipos necesitan un norte claro, un liderazgo que inspire y motive.Y eso solo se consigue, con un mensaje coherente, que se refleje en cada acción, cada decisión y cada palabra del líder.
Un líder coherente, es aquel que predica con el ejemplo, que vive los valores que promueve y que actúa en consonancia con sus palabras. Es aquel que inspira confianza, que genera credibilidad y que motiva a su equipo a dar lo mejor de sí.
En definitiva, la coherencia es un pilar fundamental del liderazgo efectivo. Sin ella, las palabras se convierten en ruido vacío y las acciones pierden su fuerza. Si queremos construir equipos comprometidos y de alto rendimiento, debemos empezar por ser líderes coherentes, que inspiren con su ejemplo y guíen con convicción.
